

El Anhelo de la sensualidad
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11 de Diciembre de 2020
Últimamente los días se han vuelto monótonos, las mañanas se sienten pesadas. Despierto, abro los ojos y me encuentro sola. Cierro los ojos e intento volver a dormir. Imposible, para eso, el sueño también ya me ha abandonado. Me levanto, me espera un día más como cualquier otro. Voy por café, me siento a la mesa, una lágrima se me escapa, los ojos se me inundan y no puedo parar, no me resisto y lloro. ¿Qué me sucede? No lo comprendo. ¿De dónde viene este dolor que siento por dentro? No lo sé, sólo lloro.
Se me antoja un abrazo…
Mirar, ser mirada.
Detener el tiempo en los ojos de un otro. Segundos, minutos, horas, días, en realidad sólo un instante, pero un instante que llega a sentirse como una eternidad.
Tocar y ser tocada.
Caricias lentas, unas manos que van explorando mi cuerpo, que lo van desnudando.
Un beso. Eso.
Mis labios anhelan el sentir, buscan el calor que sólo un otro cuerpo es capaz de brindar.
Deseo de intimidad física y emocional.
Deseo constante de reconocerse ante un otro, de decir “te amo”,
de sentirlo, de enamorarse. No hay nadie. El llanto no para.
Me pregunto si algún día viviré un amor correspondido. A mis 25 años nunca
he tenido un novio y… De pronto, todo esto me sabe ridículo. Sospecho de la
libido como la causante de todo este drama. Me río. La lascivia, muy lista, se disfraza
de búsqueda de amor. ¿Qué sé yo del amor? Tengo 25 años; en realidad, ¿qué sé yo de la vida?
NADA. Lo único que sé (porque lo siento) es que la falta de deleite carnal no hace más que exacerbar mi sentimiento de soledad. Supongo. Meras suposiciones de cosas que no entiendo. Sí, puede que quizá algún día me llegue a enamorar de alguien, pero por ahora, la situación es otra. Así que sólo me queda disfrutar de ésta, mi libertad. ¿Qué significa eso? ¿Acaso crees que lo sé? No tengo ni idea, OBVIAMENTE. “Hay que explorar”, pienso. Me acerco a mi computadora, abro el navegador y compro un ticket de avión sin fecha de regreso. Bueno… algo así...

